jueves, 20 de diciembre de 2012

Las reuniones de campo.




1. Aunque se ha dicho que en el campo se relaja un tanto la severidad de la etiqueta, esto no es en manera alguna extensivo a aquellas reuniones que tienen carácter serio; ni quiere decir tampoco que en las que sean de confianza pueda procederse discrecionalmente en todas ocasiones, ni menos quebrantarse ninguna de las reglas establecidas para el buen orden y lucimiento de los festines.

2. Entre gentes de buena educación, la libertad que brinda el campo se circunscribe siempre a los límites de la moderación y del decoro; y si bien comunica a la sociedad un cierto grado de flexibilidad y soltura, que a veces necesita para armonizar con la amenidad del campo y gozar mejor de los encantos que en él ofrece la naturaleza, jamás llega a sustituirse enteramente a aquella etiqueta que debe reinar en todas las situaciones de la vida, ni autoriza otros actos de confianza que los que son naturales y debidos, según los derechos que la amistad concede, y según las leves inalterables de la delicadeza y la decencia.

3. En las reuniones de confianza, donde el carácter de la sociedad puede más fácilmente conducirnos a abusar de la libertad del campo, es en las que debemos poner mayor cuidado y prudencia en la manera de manejarnos, sin perder un solo momento de vista el importante principio, que nunca será excesivamente recomendado, de que nuestra franqueza y esparcimiento deben tener en todas ocasiones por regla y por medida de discreción, la dignidad y el decoro.

4. En las reuniones de campo, cuando son de larga duración, nacen con frecuencia diferentes proyectos de paseos y otros entretenimientos, los cuales se malogran o se acibaran, cuando algunos de los concurrentes se manifiestan poco dispuestos a tomar parte en ellos, o bien lo hacen con displicencia, o sin todo el interés con que cada cual debe contribuir a la animación y al contento de la reunión. Seamos, pues, siempre fáciles y complacientes, y sacrifiquemos nuestros gustos, nuestras antipatías y aún nuestra comodidad, cada vez que esto sea necesario para evitar que por nuestra causa se entibie o decaiga la común alegría.

5. Los caballeros deben poner un especial esmero en atender y servir a las señoras y en hacerles agradables todos los momentos que pasen en su compañía; adhiriéndose de muy buena voluntad a todos sus deseos, sus gustos y aún sus caprichos, aunque hayan de privarse de entretenimientos que tengan para ellos un particular atractivo.

6. Es por lo tanto descortés, y ajeno de la fina galantería, que los caballeros, como suele verse, se separen de las señoras con el objeto de entregarse al juego de naipes, o a cualesquiera otras distracciones en que ellas no tomen parte, o que abandonen la reunión para ir a paseos a que puedan conducirlas.

Fuente: Manual de Carreño

domingo, 2 de diciembre de 2012

Bartitsu - Capitulo 1-5 Con bastón pequeño. Otro método.

En caso de que el método anteriormente explicado se tenga dificultad de ponerlo en práctica, está es una alternativa igualmente eficaz y, tal vez, un poco más seguro para que los principiantes practiquen.

Al igual que antes
, apreciando la falta de fiabilidad del arma, asumimos la ofensiva antes de que nuestro oponente tenga tiempo de descubrir su desventaja. Empezaremos de la misma forma que en el anterior capítulo, proponiendo un fuerte golpe en cabeza del agresor, sosteniendo su mano muy alta a fin de obligarle a realizar una guardia de protección con su bastón, en posición elevada, tal como se ve en la segunda imagen. Simultáneamente, avanzamos hacia adelante, llegando a la posición mostrada en la tercera fotografía, pero esta vez empujando al oponente justo por debajo del codo, lo cual acaba de desequilibar, impidiéndole reaccionar para contrarrestar nuestro golpe.  En esta posición podemos golpear en la cara o pecho a nuestro oponente para que este caiga al suelo.

Si el agresor no ha caído, retirar el pie izquierdo detrás del derecho, manteniéndonos apartados fuera de posible peligro de algún movimiento convulsivo de nuestro oponente, dar un golpe fuerte en el lateral de la rótula del agresor, dejándolo incapacitado en el suelo.