Viernes, Barcelona, a 3 de enero
de 1879
Hemos recibido noticias de Henry
Morton Stanley, desde África, por lo que este humilde periodista intentará
explicar un poco porque tal ilustre caballero se encuentra en esos parajes
exóticos.
Primero indicando que según Mr. Morton,
Safari es una palabra nativa, de los swahili, que quiere decir “gran viaje”. Y
es muy adecuada.
Los señores europeos, Lores en su
mayoría, han iniciado desde hace unas cuantas décadas, los grandes viajes (Safari)
para explorar el extenso terreno de la zona sin explorar del centro del
continente. Una mezcla entre exploración y afición, entre el trabajo de
descubrir lo nuevo, el encanto del romanticismo y la afición de la caza.
Esto siempre nos ha cautivado a
todos los occidentales, en una u otra medida, por el descubrimiento profundo de
los territorios africanos desconocidos.
Los Safaris fueron empezados, o por lo menos conocidos, gracias al
explorador inglés William Cornwallis Harris hace unos 50 años, en el año 1836, el
cual recorria diariamente diferentes puntos del África desconocida, observaba y
anotaba todo lo que se podía, tanto de animales, como de animales, indígenas y
paisajes.
A todo ello, Mr Cornwallis edito un libro de estos viajes que con
el pasar de los años, Nobles de diferentes países occidentales, aburridos de su
condición, se dedicaron a hacer Safaris para poder tener algo de aliciente en
sus vidas. Y para poder demostrar lo por donde habían pasado, utilizaron los
viajes para cazar, ya no zorros, sino piezas mayores para ser notables entre
sus amistades.
Los viajes hacia la áfrica profunda se han ido sucediendo uno tras otro. Unos por parte de viajeros incansables, con el afán de labrarse un nombre en este desconocido y viejo continente, otros por el amor de la exploración y abrir nuevas rutas a compatriotas.
Aunque realmente los primeros viajes, Safaris, fueron realizados en el S. XVIII, para saciar la sed de información que un extraordinaro hobbi había arraigado en la alta sociedad, en especial la inglesa: El imperio Egipcio.
Han existido diferentes exploradores que han cruzaron en diferentes direcciones el continente africano. Unas por el simple hecho de “colonizar” con el evangelio (el Dr. Livingstone), o para conseguir las riquezas que esconden en su interior, como por ejemplo el conocido Allan Quatermain, en busca de las desaparecidas minas del Rey Salomón.
El resto de Europeos que han ido a colonizar este basto continente en la última década, han ido básicamente para sobre salir en la sociedad en el que viven, para conseguir perpetuarse en el status que poseen, utilizan las rutas abiertas por estos grandes hombres de principios del siglo, para poder traer sus trofeos a sus casas y hacer un estudio recubriendo el suelo de pieles, las paredes con cabezas disecadas y los rincones que pequeños mamíferos disecados en posición más o menos naturales.
Aniceto Torregroga
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