jueves, 3 de enero de 2019

Safari de Henry Morton por África. Las grandes exploraciones románticas


Viernes, Barcelona, a 3 de enero de 1879

Hemos recibido noticias de Henry Morton Stanley, desde África, por lo que este humilde periodista intentará explicar un poco porque tal ilustre caballero se encuentra en esos parajes exóticos.

Primero indicando que según Mr. Morton, Safari es una palabra nativa, de los swahili, que quiere decir “gran viaje”. Y es muy adecuada.  

Los señores europeos, Lores en su mayoría, han iniciado desde hace unas cuantas décadas, los grandes viajes (Safari) para explorar el extenso terreno de la zona sin explorar del centro del continente. Una mezcla entre exploración y afición, entre el trabajo de descubrir lo nuevo, el encanto del romanticismo y la afición de la caza.


Esto siempre nos ha cautivado a todos los occidentales, en una u otra medida, por el descubrimiento profundo de los territorios africanos desconocidos.

Los Safaris fueron empezados, o por lo menos conocidos, gracias al explorador inglés William Cornwallis Harris hace unos 50 años, en el año 1836, el cual recorria diariamente diferentes puntos del África desconocida, observaba y anotaba todo lo que se podía, tanto de animales, como de animales, indígenas y paisajes.

A todo ello, Mr Cornwallis edito un libro de estos viajes que con el pasar de los años, Nobles de diferentes países occidentales, aburridos de su condición, se dedicaron a hacer Safaris para poder tener algo de aliciente en sus vidas. Y para poder demostrar lo por donde habían pasado, utilizaron los viajes para cazar, ya no zorros, sino piezas mayores para ser notables entre sus amistades.

Los viajes hacia la áfrica profunda se han ido sucediendo uno tras otro. Unos por parte de viajeros incansables, con el afán de labrarse un nombre en este desconocido y viejo continente, otros por el amor de la exploración y abrir nuevas rutas a compatriotas.

Aunque realmente los primeros viajes, Safaris, fueron realizados en el S. XVIII, para saciar la sed de información que un extraordinaro hobbi había arraigado en la alta sociedad, en especial la inglesa: El imperio Egipcio. 

Han existido diferentes exploradores  que han cruzaron en diferentes direcciones el continente africano. Unas por el simple hecho de “colonizar” con el evangelio (el Dr. Livingstone), o para conseguir las riquezas que esconden en su interior, como por ejemplo el conocido Allan Quatermain, en busca de las desaparecidas minas del Rey Salomón.
El resto de Europeos que han ido a colonizar este basto continente en la última década, han ido básicamente para sobre salir en la sociedad en el que viven, para conseguir perpetuarse en el status que poseen, utilizan las rutas abiertas por estos grandes hombres de principios del siglo, para poder traer sus trofeos a sus casas y hacer un estudio recubriendo el suelo de pieles, las paredes con cabezas disecadas y los rincones que pequeños mamíferos disecados en posición más o menos naturales.

Aniceto Torregroga

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