jueves, 22 de junio de 2017

[The Gentleman Group] El metro secreto de Nueva York



Documento: A0757/90/SSP
Desclasificado: 22 de junio de 1898


En la década del 1870, Nueva York necesitaba una mejora radical de su sistema de transporte. Alfred Ely Beach, un inventor local y propietario de Scientific American, entre otros muchos negocios, creía tener la solución: un ferrocarril subterráneo propulsado por aire a presión. El invento consistía básicamente en mover gente de un lugar a otro bajo tierra, poniéndolos en cápsulas y dispararlos a través de tubos propulsados por el aire a presión generado por bombas enormes.

Era el año 1870 y en Nueva York muchos veían claramente que la única solución a los problemas de movilidad de la ciudad era un metro. Desafortunadamente, el gobierno municipal estaba dominado por aquel entonces por el “Boss” William M. Tweed, que tenía otras ideas en mente, más alineadas de cara a llenar su propio bolsillo. Así que Beach decidió, de todas maneras, construir una parte de su metro a escondidas, y confiar en que la opinión pública le ayudaría a conseguir los permisos. Casi lo consiguió, tan impresionante fue su esfuerzo, que podría reclamar el honor de haber construido la primera línea de metro de Estados Unidos.



El ferrocarril de Beach

Mr Beach consideró que New York debía ser tan importante como lo era Londres en esas décadas. Y si en 1863 Londres tuvo su primer metro, aunque de vapor, New York no debía ser menos.

En la década de 1860, Londres había probado, también, mediante el sistema de capsulas neumáticas, un sistema de reparto rápido de pequeños paquetes y correo. Se trataba de un pequeño túnel, de poco más de 500m, y unos 90cm de alto, a través del cual se bombeaban unos “carros” con forma de pistón de uno al otro lado en tan sólo 65 segundos. Un segundo túnel, de 145cm de alto y 3km de largo, se inauguraría en 1866, el duque de Buckingham, uno de los promotores, lo probó “en persona”, metiéndose en una de las cápsulas y dejándose soplar a su destino en apenas 5 minutos.

Vehículo de reparto de correo neumático de Londres

Beach se enteró del experimento a través de sus contactos y se convenció que era la solución. Lo único que se necesitaba era hacerlo toda más grande, y los problemas de transporte de Nueva York desaparecerían. En 1867 demostró su concepto en una feria en Nueva York. Un tubo de madera de 1.80 metros de diámetro y 30 de longitud, suspendido del techo, contenía un vagón con capacidad para 10 asientos que era disparado y recorría la distancia entre la calle 14 y 15, en sólo unos instantes. El “motor” era un ventilador que giraba a 200 revoluciones por minuto. La prueba fue todo un éxito, varios miles de personas lo probaron. Fruto del entusiasmo, algunos periodistas escribieron que “no existía problema que impidiera mover el vagón a 100 millas por hora”.



Demostración tren de Beach en la feria del American Institute 1867

Sería en febrero de 1870 cuando se dio a conocer. Cuando los pasajeros tomaban asiento y la puerta se cerraba, una ráfaga de aire empujaba el vagón hacía el interior del túnel y lo aceleraba hasta llegar a la calle Murray, según un testigo, “como hace el viento con un barco de vela”.



Interior del vagón

Desde 1867 hasta 1873, Beach sin autorización legal, consiguió que miles de ciudadanos de New York utilizasen su metro neumático por tan sólo 25 centavos el viaje.
Pero para cuando consiguió los permisos definitivos, estalló el Pánico del 1873, y el interés de Nueva York y de los inversores por construir un metro se desvaneció. El proyecto, que además ahora había perdido su atractivo como novedad, estaba muerto. Durante el siguiente cuarto de siglo, el transporte de Nueva York se basaría en los provincianos carros de caballos y los ferrocarriles elevados. Ante la imposibilidad de seguir con su proyecto, Beach alquiló su túnel para diferentes actividades no relacionadas con el transporte, hasta que en 1888, un avispado agente estatal, el científico Artemus Gordon, al servicio del presidente Grover Cleveland de los Estados unidos, consigue convencer a Beach para renovar el trabajo, pero esta vez sin importar la oposición de las familias más influyentes de New York, sino que era un trabajo llevado en el más absoluto secreto.



Entrada del túnel, foto del 1870

De este nuevo contrato nunca salió a la luz, pero se crearon un túnel doble, uno para una capsula más corta, para no más de 10 pasajeros, y otro túnel de 145 cm de alto, para el transporte de valijas especiales y correo presidencial, en las capsulas idénticas a las utilizadas por el correo de Londrés. La nueva red excavada estaba de punta a punta de Manhattan, con múltiples nodos de transbordo y su conexión con la casa del presidente en New Jersey.

Un año más tarde, en 1889, se realizó otro entramado similar, pero mucho más extenso, en Washington, con centro en estrella bajo la propia Casa Blanca y nodos con cambio de vía, algo más sofisticado.

Curiosamente, mientras que el Servicio Secreto del presidente de los Estados Unidos de Norteamerica se mueve a gran velocidad bajo el suelo de New York y Washington, en la superficie el transporte público se basa actualmente en los provincianos carros de caballos y el ferrocarril elevado.


Agente Teniente James Baldric.
Asesor Biblografico MI-5
10 de abril de 1890


NOTA: Aunque el metro neumático en un hecho real, parte de la información e historia son ficticias. La información verídica y detallada se puede encontrar también en el blog de Europe 1900 http://europe1900.blogspot.com.es/2011/05/el-metro-secreto-de-nueva-york.html