Introducción
Todo caballero que se precie, debe
llevar su bastón, bien porque lo necesite o bien porque el protocolo lo exija.
Pero sobre todo porque el bastón es un arma defensiva por excelencia.
El bastón en si mismo puede
portar un florete dentro de él o un sable de hoja delgada. Pero estos sólo
pueden llevarlo expertos espadachines, ya que debido al diseño de la hoja, la
utilización de estas armas blancas son complejas.
Pero el Bartitsu no es el arte de
la esgrima, ni muchísimo menos. Es el arte de la defensa con el propio bastón.
Todo caballero, o una noble dama,
nunca saben cuando un ruin patán les faltará el respeto e intentarán
arrebatarle sus pertenecías o agredir su integridad física, por lo tanto,
siempre deben de estar preparados para responder utilizando los elementos que
se encuentren al alcance de su mano. Es por ello que entre finales del siglo
XIX y principios del XX, nace en Inglaterra el magnífico arte del Bartitsu, o
defensa con bastón. Un arte marcial compleja y elaborada, que no solo convertía
al bastón o el paraguas en un formidable instrumento de esgrima, sino que
además combinaba técnicas del judo, el boxeo francés (savate) y el jiu-jitsu japones. Es un arte marcial tan
formidable que es el arte marcial predilecta del mismísimo Sherlock Holmes (de hecho le salvaría la vida, tras que el
archi-malvado Profesor Moriarty lo empujase por las cataratas de Reichenbach).
Aunque el Bartitsu se convierte en el arte marcial popularidad
entre la alta sociedad inglesa, gracias al artículo escrito por Barton-Wright y
publicado en la edición de Enero de 1901 de la Pearson’s Magazine -revista londinense pero muy popular en el
resto del mundo,- el que popularizaría este estilo mundialmente a
todos los niveles sociales. Desafortunadamente, el desuso de bastones y
paraguas como parte del vestuario cotidiano del caballero y la dama
respectivamente, condena al bartitsu a su gradual desaparición.
Fuentes:
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